Después de leer el último análisis del Dr. H. W. Brock, presidente de Strategic Economic Decisions (SED's Advisory Services), creo que será interesante hacer alguna reflexión respecto a la relación entre Crecimiento y Deuda. En el cuadro de al lado vemos gráficamente la explicación que Brock hace de la "tormenta perfercta" en la que estamos inmersos:
Todos hemos oído varias veces que el coste de esta crisis, de los excesos cometidos en el pasado, va a suponer una factura carísima que van a tener que pagar también nuestros hijos. Y probablemente sea cierto. Pero el abuso en el endeudamiento personal que se está trasladando a los Estados (vía insolvencias personales y empresariales hacia banca y de ahí a los Estados) puede evolucionar de dos maneras radicalmente distintas a largo plazo. Y la clave de esa evolución en positivo o hacia el desastre, radica en la capacidad de generar crecimiento.
Parece que el apalancamiento del Sistema al que hemos llegado vamos a intentar solucionarlo huyendo hacia delante, ya que la regresión, hambruna y caos que provocaría hacer borrón y cuenta nueva, es algo que la Humanidad no puede ni debe permitirse. Pero esa huída hacia delante puede derivar hacia dos escenarios muy distintos: El que conocemos como "República Bananera", con hiperinflaciones y constantes huídas adelante sin aumentos de PIB sustanciales; o el del reequilibrio del endeudamiento respecto el crecimiento a medio y largo plazo. El citado ensayo de SED destaca la gran importantcia existente entre deuda y crecimiento, lo que califica como Debt to GDP Ratio y su evolución a medio y largo plazo. Es precisamente la reducción de ese ratio lo que marcará la diferencia entre la huída hacia delante en el endeudamiento hasta hacernos un daño irreversible; o la luz al final del tunel si se consigue crecer suficientemente para enjuagar dicho endeudamiento y déficit público:
En un punto de endeudamiento público que podría ser de no retorno, la recuperación a largo plazo es posible. Pero sólo si las políticas adoptadas nos conducen al aumento del denominador y a la moderación del numerador, en una ratio que debe ser nuestra obsesión en los próximos años. Para ello, claro está, debemos pensar en el largo plazo, es decir que las decisiones deben tomarse pensando más allá de una legislatura y de unas elecciones. Pero lamentablemente no soy muy optimista al respecto, ni a nivel político ni a nivel sindical.
Como medidas a tomar, Brock propone varias que a continuación os mencionaré, pero todas ellas basadas en las dos complementarias fuentes de crecimiento real económico:
En cuanto al incremento de la fuerza productiva, propone la desregulación del mercado laboral. También una política fiscal encaminada a potenciar el impuesto sobre el valor añadido y a minimizar aquellos que afectan a las rentas laborales, porque distorsionan el crecimiento del mercado laboral y por tanto la capacidad de producción. Y por supuesto una disección del déficit público para que se encamine a endeudarse en aquello susceptible de transformarse en mayor crecimiento a medio y largo plazo.
Encrucijada sin vuelta a trás, complicadísima y con dos caminos al frente: Uno nos lleva a la hiperinflación estéril y otro a una normalización a largo plazo, pero necesitando mucho esfuerzo y acierto colectivo en el camino. En los siguientes gráficos veremos una proyección de los dos escenarios posibles:
Sin duda una macabra situación a la que hemos llegado por nuestra mala cabeza y por pretendernos ricos a base de dinero traído del futuro, un mal uso de La Teoría de la Especulación que nos ha llevado al colapso financiero. Y de ésta sólo podemos salir airosos con esfuerzo a largo plazo, pero dirigido a la única parte de la ecuación que podemos modificar: El crecimiento, ya que la deuda existe porque la creamos inconscientemente durante al menos la pasada década y no podemos desintegrarla. El endeudamiento sigue su macabro curso: Personas-bancos-Estados. Y es el propio Estado (o macro estados como USA o UE) que debe crecer a tóda máquina y durante muchos años para moderar la ratio Deuda-PIB. Si no lo conseguimos, nos haremos un daño del que jamás podremos recuperarnos.
Todos hemos oído varias veces que el coste de esta crisis, de los excesos cometidos en el pasado, va a suponer una factura carísima que van a tener que pagar también nuestros hijos. Y probablemente sea cierto. Pero el abuso en el endeudamiento personal que se está trasladando a los Estados (vía insolvencias personales y empresariales hacia banca y de ahí a los Estados) puede evolucionar de dos maneras radicalmente distintas a largo plazo. Y la clave de esa evolución en positivo o hacia el desastre, radica en la capacidad de generar crecimiento.
Parece que el apalancamiento del Sistema al que hemos llegado vamos a intentar solucionarlo huyendo hacia delante, ya que la regresión, hambruna y caos que provocaría hacer borrón y cuenta nueva, es algo que la Humanidad no puede ni debe permitirse. Pero esa huída hacia delante puede derivar hacia dos escenarios muy distintos: El que conocemos como "República Bananera", con hiperinflaciones y constantes huídas adelante sin aumentos de PIB sustanciales; o el del reequilibrio del endeudamiento respecto el crecimiento a medio y largo plazo. El citado ensayo de SED destaca la gran importantcia existente entre deuda y crecimiento, lo que califica como Debt to GDP Ratio y su evolución a medio y largo plazo. Es precisamente la reducción de ese ratio lo que marcará la diferencia entre la huída hacia delante en el endeudamiento hasta hacernos un daño irreversible; o la luz al final del tunel si se consigue crecer suficientemente para enjuagar dicho endeudamiento y déficit público:
En un punto de endeudamiento público que podría ser de no retorno, la recuperación a largo plazo es posible. Pero sólo si las políticas adoptadas nos conducen al aumento del denominador y a la moderación del numerador, en una ratio que debe ser nuestra obsesión en los próximos años. Para ello, claro está, debemos pensar en el largo plazo, es decir que las decisiones deben tomarse pensando más allá de una legislatura y de unas elecciones. Pero lamentablemente no soy muy optimista al respecto, ni a nivel político ni a nivel sindical.
Como medidas a tomar, Brock propone varias que a continuación os mencionaré, pero todas ellas basadas en las dos complementarias fuentes de crecimiento real económico:
Entre las medidas propuestas encontramos, por ejemplo: Los estímulos fiscales orientados para incrementar las infraestructuras que serán necesarias para crecer, estimulación de la innovación y el Venture Capital. Y en una perspectiva mucho más nacionalista el fomento y la educación de brillantes cerebros, tanto nacionales como procedentes de inmigrantes universitarios. También aboga por los incentivos para la inversión en el sector privado, y por una regulación limitada al control de las gratificaciones laborales desmesuradas y el recorte drástico del apalancamiento generalizado. Según Brock, estas regulaciones reconducirán de forma automática el resto de excesos cometidos, sobre todo en los últimos 3 años."La tendencia de crecimiento es la suma del crecimiento de la fuerza productiva más el cecimiento de la productividad. "
En cuanto al incremento de la fuerza productiva, propone la desregulación del mercado laboral. También una política fiscal encaminada a potenciar el impuesto sobre el valor añadido y a minimizar aquellos que afectan a las rentas laborales, porque distorsionan el crecimiento del mercado laboral y por tanto la capacidad de producción. Y por supuesto una disección del déficit público para que se encamine a endeudarse en aquello susceptible de transformarse en mayor crecimiento a medio y largo plazo.
Encrucijada sin vuelta a trás, complicadísima y con dos caminos al frente: Uno nos lleva a la hiperinflación estéril y otro a una normalización a largo plazo, pero necesitando mucho esfuerzo y acierto colectivo en el camino. En los siguientes gráficos veremos una proyección de los dos escenarios posibles:
Sin duda una macabra situación a la que hemos llegado por nuestra mala cabeza y por pretendernos ricos a base de dinero traído del futuro, un mal uso de La Teoría de la Especulación que nos ha llevado al colapso financiero. Y de ésta sólo podemos salir airosos con esfuerzo a largo plazo, pero dirigido a la única parte de la ecuación que podemos modificar: El crecimiento, ya que la deuda existe porque la creamos inconscientemente durante al menos la pasada década y no podemos desintegrarla. El endeudamiento sigue su macabro curso: Personas-bancos-Estados. Y es el propio Estado (o macro estados como USA o UE) que debe crecer a tóda máquina y durante muchos años para moderar la ratio Deuda-PIB. Si no lo conseguimos, nos haremos un daño del que jamás podremos recuperarnos.
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