Todavía hay mucha gente que cree que esta crisis está cerca de su fin. Cada vez menos, es cierto, pero aún son numerosas las voces que consideran honestamente acertadas las previsiones económicas. Y no me refiero a las de Zapatero, Brown o Berlusconi (que ya casi nadie cree), con sus inconfesables y sin embargo indisimulables intereses políticos, sino a las del Fondo Monetario Internacional IMF, que está ejerciendo de Pepito Grillo de la clase política mundial. Pero la realidad y sobre todo las perspectivas de futuro son lamentablemente más crudas. Tanto como para no poderse difundir públicamente desde estamentos oficiales como el IMF o los diversos bancos centrales. Y es bueno que así sea, ya que la responsabilidad de ciertos organismos es muy superior a la de los gobiernos, y poco o nada ayudaría a la recuperación (ni al orden público) un sentimiento catastrofista globalizado.
Organismos como los citados conforman el tejido sistémico. Mucho más allá que un simple presidente de país, cuyo equipo de gobierno tan sólo suele aspirar a terminar una legislatura con cierta influencia para intentar la reelección. Por ello estos organismos internacionales mienten menos que los políticos, pero sin embargo su alta responsabilidad internacional también les impide dibujar públicamente el panorama en su cruda realidad.
En un mundo global como el actual y con gravísimos problemas financieros, los gobiernos nacionales no están a la altura y son meras comparsas. Y lo mejor de todo es que son plenamente conscientes de ello, cediendo de facto el pilotaje global a através de la crisis mayor de la economía moderna. De hecho los políticos sólo salen en las fotos de las cumbres mediáticas y poco más. El Gobierno real de la situación de colapso económico global lo están realizando: por un lado lo que llamaríamos bancos centrales principales (FED-ECB), el IMF (y quizá algun otro órgano de gobierno económico), bancos centrales de segundo orden (BOJ, BOE BNS); y por otro lado el equipo Obama y el G20. La inmensa mayoría de los ministros de economía, salvo honrosas y escasísimas excepciones, sólo miran y aprenden (algunos ni siquiera eso).
Es interesante remarcar que el peso de la política en estos órganos de gobierno, que conducen el planeta de facto en una situación mundial tan crítica, es mínimo. El G-20 es más un marco de aparente toma de decisión a través del cual se canalizan las acciones del mundo dirigente financiero. Un mero (aunque interesantísimo por la parte emergente) foro con cierta influencia. Y no me parece del todo mal, visto lo visto en la clase política, a pesar de los esfuerzos de Sarkozy por asumir el rol de Estadista de la UE. Obviamente Obama es la excepción que confirma la regla y la dosis de ilusión imprescindible (aunque quizá insuficiente), siendo él y su equipo político el único que parece capaz de Gobernar a la altura de los organismos de gobierno financieros. Será porque su equipo está formado básicamente por personas provenientes de altos cargos económicos, y ha dejado sabiamente a un lado la política tal y como la conocemos los que no lideramos el planeta. Así debe ser, al menos durante la legislatura en la que el mundo se derrumbó.
Si quisiéramos hacer política con un sistema financiero colapsado, nos haríamos mucho daño. Y aunque jerárquicamente los gobiernos deben liderar el mundo, en tiempos críticos hemos sabido relegar a los políticos a un papel secundario. Quizá no es mérito de nadie y simplemente quedaron en evidencia. Algunos diréis que el pueblo no ha elegido a los que de facto están pilotando la nave en plena debacle, y es cierto. Pero es que la Democracia que hemos sabido idear no sólo no puede existir sin el Sistema, sino que además es incapaz de sustentarlo. Hasta que no sepamos crear una Democracia distinta a la conocida, ésta necesita de un Sistema que la sustente y esté fuera de peligro. Un Sistema que se ha colapsado y que deben refundar grandes personajes y especialistas que harán Historia en la sombra y que, salvo excepciones, jamás encontraríamos entre la clase política moderna.
Organismos como los citados conforman el tejido sistémico. Mucho más allá que un simple presidente de país, cuyo equipo de gobierno tan sólo suele aspirar a terminar una legislatura con cierta influencia para intentar la reelección. Por ello estos organismos internacionales mienten menos que los políticos, pero sin embargo su alta responsabilidad internacional también les impide dibujar públicamente el panorama en su cruda realidad.
En un mundo global como el actual y con gravísimos problemas financieros, los gobiernos nacionales no están a la altura y son meras comparsas. Y lo mejor de todo es que son plenamente conscientes de ello, cediendo de facto el pilotaje global a através de la crisis mayor de la economía moderna. De hecho los políticos sólo salen en las fotos de las cumbres mediáticas y poco más. El Gobierno real de la situación de colapso económico global lo están realizando: por un lado lo que llamaríamos bancos centrales principales (FED-ECB), el IMF (y quizá algun otro órgano de gobierno económico), bancos centrales de segundo orden (BOJ, BOE BNS); y por otro lado el equipo Obama y el G20. La inmensa mayoría de los ministros de economía, salvo honrosas y escasísimas excepciones, sólo miran y aprenden (algunos ni siquiera eso).
Es interesante remarcar que el peso de la política en estos órganos de gobierno, que conducen el planeta de facto en una situación mundial tan crítica, es mínimo. El G-20 es más un marco de aparente toma de decisión a través del cual se canalizan las acciones del mundo dirigente financiero. Un mero (aunque interesantísimo por la parte emergente) foro con cierta influencia. Y no me parece del todo mal, visto lo visto en la clase política, a pesar de los esfuerzos de Sarkozy por asumir el rol de Estadista de la UE. Obviamente Obama es la excepción que confirma la regla y la dosis de ilusión imprescindible (aunque quizá insuficiente), siendo él y su equipo político el único que parece capaz de Gobernar a la altura de los organismos de gobierno financieros. Será porque su equipo está formado básicamente por personas provenientes de altos cargos económicos, y ha dejado sabiamente a un lado la política tal y como la conocemos los que no lideramos el planeta. Así debe ser, al menos durante la legislatura en la que el mundo se derrumbó.
Si quisiéramos hacer política con un sistema financiero colapsado, nos haríamos mucho daño. Y aunque jerárquicamente los gobiernos deben liderar el mundo, en tiempos críticos hemos sabido relegar a los políticos a un papel secundario. Quizá no es mérito de nadie y simplemente quedaron en evidencia. Algunos diréis que el pueblo no ha elegido a los que de facto están pilotando la nave en plena debacle, y es cierto. Pero es que la Democracia que hemos sabido idear no sólo no puede existir sin el Sistema, sino que además es incapaz de sustentarlo. Hasta que no sepamos crear una Democracia distinta a la conocida, ésta necesita de un Sistema que la sustente y esté fuera de peligro. Un Sistema que se ha colapsado y que deben refundar grandes personajes y especialistas que harán Historia en la sombra y que, salvo excepciones, jamás encontraríamos entre la clase política moderna.
1 comentario:
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Gail Fosler, presidenta de The Conference BoardSalud y €.
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