miércoles, 14 de enero de 2009

Boquerones Fritos (III).

Dentro de nuestra sección de comentarios recibidos dignos de publicarse y comentarse como artículos, y bautizados en su día con el nombre del primero publicado (Boquerones Fritos), a continuación os copiamos uno anónimo que hemos recibido que creo que vale la pena comentar públicamente en forma de post y que copiamos textualmente a continuación:
"Leo esta publicacion,¿que os parece??

Saludos:

La crisis de la economía española será más larga, pero menos profunda que la sufrida en 1993, estima el servicio de estudios de La Caixa, que cifra en el 1,3% la caída media del Producto Interior Bruto este año y prevé que la tasa de paro pueda llegar al 16% en la recta final del ejercicio. Los expertos de esta entidad consideran que la cifra de desempleados superará ligeramente los 3,7 millones a comienzos de 2010, sin alcanzar el listón de los cuatro millones.
La cobertura social y las medidas de impulso a la economía elevarán el déficit público hasta el 5,5% del PIB en el actual ejercicio. Y el repunte se producirá de forma paulatina, porque en 2010 el avance del PIB se limitará al 1% en el promedio del ejercicio. En conclusión, la fase aguda de la crisis se prolongará durante cinco a seis trimestres, tomando como punto de arranque el verano de 2008.
Jordi Gual, responsable del departamento de análisis de la entidad de ahorro, insistió, durante la presentación de estas proyecciones, en la necesidad de combatir el exceso de pesimismo. «Nos enfrentamos a una recesión, que no a una depresión», afirmó, para explicar a continuación que una economía tiene sus propios mecanismos de 'ajuste natural' que lo mismo pinchan el exceso de expansión que fomentan la actividad en momentos de contracción. Por eso, junto a los factores que confluyen en la generación de la crisis económica en España -crisis financiera global, recesión internacional generalizada, ajuste del sector inmobiliario, alto nivel de endeudamiento de familias y empresas- identificó los mecanismos que jugarán a favor de la recuperación.
Si el precio del petróleo pasa, como parece probable, de una media de 90 dólares el barril en 2008 a un promedio de 60 dólares este año, ese factor permitirá que la caída del Producto Interior Bruto sea inferior en medio punto. La rebaja de los tipos de interés en la zona euro, que el servicio de estudios de La Caixa cifra en medio punto en la cita del próximo jueves y en otro medio punto adicional en la siguiente cita mensual del BCE, repercutirá en el euríbor hipotecario, y ayudará a que el esfuerzo para la adquisición de una vivienda se reduzca en el primer año -incluidas deducciones fiscales- desde el 37% de la renta disponible familiar hasta el 25%. La inflación bajará de una media del 4,1% en 2008 al 1,2% en el actual ejercicio."
Con toda probabilidad, el texto surge de la presentación del Informe Económico Mensual de La Caixa cuya noticia en La Vanguardia podéis releer.

Diré que en general el texto me resulta excesivamente optimista y que por ello me encantaría que acertasen en sus predicciones y fuera yo el pesimista que se equivoque. Nada me gustaría más, desde luego. Y ese optimismo excesivo es comprensible y se explica perfectamente por su origen bancario: Servicio de Estudios de La Caixa. No obstante en algunos puntos coincido con ellos, pero empecemos por el principio:

A mi entender el texto confunde la crisis española con la global, y en la actualidad no pueden disociarse de ninguna manera. La crisis mundial es tan grave que poco importa el estado aceptable ni la escasa profundidad de la crisis por países, a excepción en cierto modo de los países emergentes. El credit crunch, le crisis energética (en definitiva la multicrisis) arrastra consigo a todos aquellos países o zonas que disfruten de una mejor situación local y/o temporal. Por tanto, suponiendo que fuera razonable pensar que "La crisis de la economía española será más larga, pero menos profunda que la sufrida en 1993", el tsunami global va a hundir también a España por debajo de la profundidad de su crisis de 1993, que yo situaría quizás un año antes, y probablemente la prolongue mucho más allá de lo sucedido en esos años.

En cuanto a la cifra del paro, es un simple baile de números locales que, como ya hemos dicho, poco importarán en cuanto el mundo, globalmente, salga de las tenebrosas profundidades donde estamos adentrándonos. Pero me parece que ese 16% puede superarse en al menos dos puntos más con una escalofriante facilidad. En cuanto al déficit público, dependerá también de la gran volatilidad que podamos sufrir en el precio del petróleo/gas, pero probablemente también corregiría esa cifra a la alza. Respecto al PIB, crecer un 1% o por debajo, será una cuestión de pura estadística macroeconómica que sólo servirá para que alguno siga distinguiendo entre recesión técnica y no recesión en medio de la depresión, algo que es vital para la recuperación de la confianza y sentimiento optimista tan necesario para la banca. Según dicho informe: "Los 5 o 6 trimestres que comenzaron en el pasado verano se prolongarían por tanto hasta el último de 2009 como fase aguda de la crisis". Pero aunque es posible que durante los próximos 12 meses veamos lo peor, yo mantendría la prudencia de pensar también en todo el 2010 como año de grave crisis macroeconómica. A partir de ahí, seguiría la depresión pero con quizás alternancia entre periodos como esos 8 o 10 trimestres y algunos trimestres de leve recuperación, como sucedió en la década de los años 30.

Respecto a la opinión recesiva y no depresiva de Jordi Gual, economista jefe de La Caixa y Doctor en Economia por la Universidad de California (Berkeley), con todos mis respetos y sincera admiración, me temo que se equivoca. No estamos ante una recesión puntual sino ante una depresión en toda regla, con sus fases posibles conocidas (Great Depression) o probables desconocidas (sin referentes anteriores). Pero estoy de acuerdo en que la economía tiene sus propios ajustes naturales para ponderar, tanto los excesos de bonanza como para achicar agua cuando llega a los ojos (más arriba del cuello y de la nariz). Y sobre todo ese fenómeno se produce en los últimos años, cuando vemos como la globalización expande virus como el subprime, pero también como puede amplificar y globalizar los efectos anti depresivos que puedan surgir en los próximos semestres de los países emergentes.

Obviamente las rebajas fiscales y de los tipos son condición sine qua non para sobrevivir durante más tiempo a esta multicrisis, y una moderación en el precio del petróleo a niveles de 60 $ marcará la diferencia entre la vida y la muerte del enfermo. Pero parece que los países productores tienen claro que, al igual que Dios, ellos deben apretar pero no ahogar, ya que si se exceden se les va a morir por inanición la mismísima demanda. Por supuesto, la inflación estará desde ya por los suelos e incluso podemos verla periódicamente en negativo al más puro estilo deflacionista.

Para finalizar quiero hacer una reflexión. Fijaos que en este artículo y cada día en más y más opiniones y declaraciones, se están dejando absolutamente de lado las soluciones a largo plazo, las sostenibles o las Soluciones en mayúsculas. Y se está centrando la atención en la supervivencia a corto plazo, el pan para hoy. Hablamos de reducir los tipos a cero para que el endeudamiento circule y resucite, de un petróleo a niveles suficientemente bajos como para seguir quemándolo masivamente, de una añorada inflación que nos saque de las garras de la deflación depresiva, etc... Y no digo que no sea lo que ahora toca hacer, ya que no estamos en condiciones de mejorar el mundo que dejamos atrás hace año y medio, sino de buscar la supervivencia. Cuando lo hayamos conseguido, hablaremos de las políticas económicas sostenibles, de refundaciones del capitalismo (que hay que ir ya esbozando y aplicando de forma incipiente), de energías alternativas y de modelos expansionistas austríacos o no. Pero ahora sólo toca intentar con todas nuestras fuerzas que Darwin se mantenga alejado de nosotros en los próximos años. Así de mal estamos pese a los sesudos, eminentes y sesgados informes de una banca cuyo futuro pasa indefectiblemente por la recuperación de la confianza. Quizás lo malo no sería que los lectores lo creyeran, sino que lo hicieran sus propios autores.

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