Nuestro anterior artículo en el que se planteaban alternativas de ficción, casi cinematográficas, al uso del dinero, ha generado comentarios interesantes sobre la posibilidad (o la imposibilidad) de sustituír el dinero tal y como lo conocemos. ManuelMad, colaborador ya habitual de este blog, ha tenido la amabilidad de enviarnos este artículo en el que desmonta la propuesta de Andrea von Roth:
"En estos días de crisis económica -y teórica- son muchos los que se han apuntado al carro de un sistema monetario electrónico. En especial los teóricos de la escuela marxista que después de comprender como un sistema sin precios lleva a la imposibilidad del cálculo económico, es decir, a la imposibilidad de estimación de precios futuros por parte de los empresarios o burócrata planificador, han vislumbrado que la creación de un dinero público y electrónico es la solución a los banqueros de sombrero de copa. Una vez más, demuestran su deficiente teoría y sobre todo su fatal arrogancia. Ellos ingenieros sociales con máster en alguna universidad poco digna del proletariado van a controlar mediante métodos, según ellos científicos, el hacer diario de la gente. Todo con vistas a un bien colectivo. No se enteran que sus políticas vendrán determinadas sobre la base de sus juicios valorativos, es decir, sobre su interés individual y personal. No existe ese supuesto bien colectivo en ninguna de sus actuaciones.
Después de esta introducción, os invito adentrarnos en el maravilloso mundo del dinero. El dinero cumple dos funciones fundamentales en la economía: conservar el valor y servir como medio de cambio, por tanto, el objeto cuyo destino sea servir a este propósito será aquel que tenga la cualidad de bien más líquido de la economía. Es conveniente aclarar que el dinero no surge de ningún contrato social, ni gracias al estado como alguno parece pensar, es la sociedad la que determina aquellos bienes más líquidos mediante juicios subjetivos en un proceso que no conoce fin. Respecto a la liquidez ya hable aquí para el que quiera una visión más amplia de la misma.
La idea de dinero de curso forzoso, ya sea con el sistema monetario actual o con uno totalmente electrónico, dilapida el concepto de dinero. Este sistema fuerza la aceptación del dinero como medio de pago por su valor nominal. Esto hace operar a la Ley de Gresham, la cual, dice que la moneda mala desplaza a la buena.
Un sistema monetario electrónico, calca las debilidades del sistema actual y lo que es peor incentiva a otras actuaciones fraudulentas. Efectivamente, un sistema electrónico público y de curso forzoso desplazaría a la moneda buena e impondría la mala, tal y como lo hace el sistema monetario actual. Los agentes no podrían elegir que bien es más líquido sino que sería impuesto vía mandato. Además, se ignora el problema fundamental: el sistema actual basado en la reserva fraccionaria está articulado para agrandar el poder de políticos y banqueros, mientras la población sufre de inflación y el proceso de expansión crediticia sin respaldo de ahorro real lleva a que los agentes cometan nefastos errores de inversión comprometiendo la solvencia del sistema.
Todo esto no se lograría si no es por un banco central que sirve como prestamista de última instancia y con el respaldo del estado vía fondos de garantía de depósitos, los cuales, garantizan “utópicamente” la fraudulenta actividad. Como se ha visto a lo largo de la historia, todos esos procedimientos acaban quedándose cortos y no queda más remedio que recapitalizar con deuda y mayores impuestos.
Si dichas instituciones públicas no existieran, el propio hacer bancario llevaría al principio de prudencia. Nadie dice aquí que se erradicarían los fraudes bancarios, pero no olvidemos que el banquero no es más que un hombre de negocios que desea hacer dinero y prosperar el mayor tiempo posible en el mercado. Bajo ese esquema solo cabe el servir fielmente a las exigencias de sus clientes. Nadie prospera arruinado a sus acreedores ni incumpliendo sus obligaciones como pasa en el sistema actual o pasaría en un sistema electrónico público.
Podemos aventurar que bajo un sistema privado, las políticas y los coeficientes de caja serán mucho más conservadores y lo más importante el banquero volverá a tener responsabilidad sobre sus deudas y obligaciones contractuales, cosa que actualmente no tiene y bajo un sistema electrónico público tampoco tendría.
En un sistema de moneda privada aquellos bancos que expandan la oferta monetaria por encima de sus disponibilidades estarán asumiendo un riesgo de quebrar por insolvencia. La propuesta del sistema electrónico hace que el único incentivo sea el de expandir la oferta monetaria haciendo peligrar a todo el sistema de insolvencia. Además, priva al agente a poder salir de dicho sistema retirando sus depósitos.
Debemos tener claro que el estado no ha desarrollado ninguna tecnología o teoría para la emisión de un dinero óptimo, los óptimos los determinan los agentes, la liquidez de un bien no la determina el estado, la determinan los agentes con sus valoraciones y juicios personales. El estado solo ha atracado sistemáticamente con las leyes de curso forzoso nuestro poder adquisitivo como medio de recaudación y como una forma de enriquecer a la corte política y bancaria.
Como hemos visto el sistema electrónico llevaría a que se cometieran más tropelías de las que se cometen actualmente, ya que incentiva la expansión infinita de la oferta monetaria que tiraría por tierra todos los argumentos sobre estabilidad, distorsionaría los precios, crearía tremendas burbujas, impediría al agente salir de dicha trampa e institucionalizaría el crimen despojando a la gente del poder adquisitivo de su dinero.
La solución por tanto no es el dinero público de curso forzoso, la solución es el libre mercado y un dinero privado bajo la soberanía de la oferta y la demanda de los consumidores."
Muchas gracias, ManuelMad, como siempre una interesantísima reflexión.
"En estos días de crisis económica -y teórica- son muchos los que se han apuntado al carro de un sistema monetario electrónico. En especial los teóricos de la escuela marxista que después de comprender como un sistema sin precios lleva a la imposibilidad del cálculo económico, es decir, a la imposibilidad de estimación de precios futuros por parte de los empresarios o burócrata planificador, han vislumbrado que la creación de un dinero público y electrónico es la solución a los banqueros de sombrero de copa. Una vez más, demuestran su deficiente teoría y sobre todo su fatal arrogancia. Ellos ingenieros sociales con máster en alguna universidad poco digna del proletariado van a controlar mediante métodos, según ellos científicos, el hacer diario de la gente. Todo con vistas a un bien colectivo. No se enteran que sus políticas vendrán determinadas sobre la base de sus juicios valorativos, es decir, sobre su interés individual y personal. No existe ese supuesto bien colectivo en ninguna de sus actuaciones.
Después de esta introducción, os invito adentrarnos en el maravilloso mundo del dinero. El dinero cumple dos funciones fundamentales en la economía: conservar el valor y servir como medio de cambio, por tanto, el objeto cuyo destino sea servir a este propósito será aquel que tenga la cualidad de bien más líquido de la economía. Es conveniente aclarar que el dinero no surge de ningún contrato social, ni gracias al estado como alguno parece pensar, es la sociedad la que determina aquellos bienes más líquidos mediante juicios subjetivos en un proceso que no conoce fin. Respecto a la liquidez ya hable aquí para el que quiera una visión más amplia de la misma.
La idea de dinero de curso forzoso, ya sea con el sistema monetario actual o con uno totalmente electrónico, dilapida el concepto de dinero. Este sistema fuerza la aceptación del dinero como medio de pago por su valor nominal. Esto hace operar a la Ley de Gresham, la cual, dice que la moneda mala desplaza a la buena.
Un sistema monetario electrónico, calca las debilidades del sistema actual y lo que es peor incentiva a otras actuaciones fraudulentas. Efectivamente, un sistema electrónico público y de curso forzoso desplazaría a la moneda buena e impondría la mala, tal y como lo hace el sistema monetario actual. Los agentes no podrían elegir que bien es más líquido sino que sería impuesto vía mandato. Además, se ignora el problema fundamental: el sistema actual basado en la reserva fraccionaria está articulado para agrandar el poder de políticos y banqueros, mientras la población sufre de inflación y el proceso de expansión crediticia sin respaldo de ahorro real lleva a que los agentes cometan nefastos errores de inversión comprometiendo la solvencia del sistema.
Todo esto no se lograría si no es por un banco central que sirve como prestamista de última instancia y con el respaldo del estado vía fondos de garantía de depósitos, los cuales, garantizan “utópicamente” la fraudulenta actividad. Como se ha visto a lo largo de la historia, todos esos procedimientos acaban quedándose cortos y no queda más remedio que recapitalizar con deuda y mayores impuestos.
Si dichas instituciones públicas no existieran, el propio hacer bancario llevaría al principio de prudencia. Nadie dice aquí que se erradicarían los fraudes bancarios, pero no olvidemos que el banquero no es más que un hombre de negocios que desea hacer dinero y prosperar el mayor tiempo posible en el mercado. Bajo ese esquema solo cabe el servir fielmente a las exigencias de sus clientes. Nadie prospera arruinado a sus acreedores ni incumpliendo sus obligaciones como pasa en el sistema actual o pasaría en un sistema electrónico público.
Podemos aventurar que bajo un sistema privado, las políticas y los coeficientes de caja serán mucho más conservadores y lo más importante el banquero volverá a tener responsabilidad sobre sus deudas y obligaciones contractuales, cosa que actualmente no tiene y bajo un sistema electrónico público tampoco tendría.
En un sistema de moneda privada aquellos bancos que expandan la oferta monetaria por encima de sus disponibilidades estarán asumiendo un riesgo de quebrar por insolvencia. La propuesta del sistema electrónico hace que el único incentivo sea el de expandir la oferta monetaria haciendo peligrar a todo el sistema de insolvencia. Además, priva al agente a poder salir de dicho sistema retirando sus depósitos.
Debemos tener claro que el estado no ha desarrollado ninguna tecnología o teoría para la emisión de un dinero óptimo, los óptimos los determinan los agentes, la liquidez de un bien no la determina el estado, la determinan los agentes con sus valoraciones y juicios personales. El estado solo ha atracado sistemáticamente con las leyes de curso forzoso nuestro poder adquisitivo como medio de recaudación y como una forma de enriquecer a la corte política y bancaria.
Como hemos visto el sistema electrónico llevaría a que se cometieran más tropelías de las que se cometen actualmente, ya que incentiva la expansión infinita de la oferta monetaria que tiraría por tierra todos los argumentos sobre estabilidad, distorsionaría los precios, crearía tremendas burbujas, impediría al agente salir de dicha trampa e institucionalizaría el crimen despojando a la gente del poder adquisitivo de su dinero.
La solución por tanto no es el dinero público de curso forzoso, la solución es el libre mercado y un dinero privado bajo la soberanía de la oferta y la demanda de los consumidores."
Muchas gracias, ManuelMad, como siempre una interesantísima reflexión.
2 comentarios:
Simplemente genial.
Estoy disfrutando de las buenas entradas que los blogs de mi blogroll estas haciendo, el verano os sienta muy bien!
Interesantes entrada y disquisición filosófica y práctica sobre la posibilidad-imposibilidad de la desaparición del dinero tal como se conoce en la actualidad.
No siempre el dinero ha sido como lo es hoy y sin embargo la ambición y la sinrazón humanas no han variado un ápice, quizá ha aumentado varios grados la presión sobre el individúo de forma sibilina e "inapreciable", pero efectiva.
El elemento perturbador sigue siendo el Poder y sin entrar en ridículas teorías conspiro-paraniócas lo cierto es que la tendencia es la de condensar tal Poder en pocas manos y estamentos.
Un Gobierno Mundial al estilo de los que imperaron en cualquier otra época pasada, al estilo de Gran Imperio, conducirá sin duda alguna a cambios radicales y brutales no vistos antes.
Las bases ya se han cimentado gracias a la incultura generalizada, el miedo y la presión mediática así pues lo que parecía imposible puede llegar en breve y de hecho en Japón (hace años ya), Australia y Africa (quién lo iba a decir) ya se experimenta con éxito con el "dinero electrónico).
No sé muy bien si se conseguirá imponer de un modo Global y el triunfo será absoluto pero que la tendencia es esa, es innegable, ya se toca.
Siento ser "pesimista" y "perturbador" pero al igual que la Razón y la Bolsa no van de la mano muchas veces todo lo demás tampoco lo hace ¿para qué?.
De otro modo no se donde se iba a meter toda la deuda generada y el dinero fabricado bestialmente en tan poco tiempo, no tienen otra opción, hagamos dinero virtual y solucionado parecen pensar y a pesar de ser un crimen lo harán.
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