Cuando miro la cantidad de productos de inversión que nos asaltan desde los cristales de las entidades al caminar por la calle me acuerdo de los yogures, el inversor cada día se encuentra más desamparado ante un enjambre de productos y servicios ofrecidos que ofrecen “el oro y el moro”.Llama la atención que son los grandes grupos bancarios los que más ahorros captan, gracias a sus fuertes campañas comerciales y a las férreas directrices marcadas a su red de oficinas. Éstas canalizan los esfuerzos de venta en una determinada dirección. ¿Deben estar nuestras inversiones condicionadas por un énfasis publicitario dictado desde unos despachos de marketing en las entidades financieras?El legítimo efecto persuasor de las campañas de venta de las entidades no debe desviarnos del camino correcto que ha de seguir nuestro patrimonio, porque lo importante para nosotros es nuestro patrimonio, no el del banco.En febrero del 2005 una noticia leída en Expansión me dejó helado. Las entidades iban a implantar técnicas de venta agresivas imitando al sector de distribución cuando lanzan un nuevo detergente o una nueva pasta de dientes. ¡!!!?????BBVA explicaba que en los últimos meses había fichado a una docena de ejecutivos expertos en la venta masiva de productos. Uno que a lo mejor recuerdan fue el de Xavier Argenté, ex director general de Caprabo como presidente de Financia. Otras procedencias fueron, Carrefour, Procter & Gamble, Altadis, CEAC, RACC, Euskaltel, etc. De esa forma el gestor de la marca Fortuna, Alvaro Cadahía, se responsabilizó de las soluciones financieras en el área de los servicios financieros personales.Por favor, a la mínima duda al contratar cualquier producto de inversión acudir a un asesor de contrastada independencia. Yo acudiría aún a pesar de no vislumbrar dudas, está en juego que nuestro dinero y rendimientos se queden en nuestro lado de la mesa y no en el de la entidad.
martes, 1 de julio de 2008
La complicación de comprar un yogurt.
Yo ya me he negado en casa a tomar la responsabilidad de comprar los yogures en el supermercado. Me acerco a los estantes del enorme frigorífico donde están expuestos y ya empiezo a dudar, nunca encuentro el yogurt de toda la vida que busco, ni tampoco los que me han encargado. Hay tantos y tan parecidos que parecen iguales pero que no lo son. Al final, como siempre, me equivoco y llego a casa con los yogures equivocados.
Etiquetas de comentarios:
curiosidad.,
experiencias,
Inversion,
reflexion
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario