lunes, 26 de noviembre de 2007

Honorarios o comisiones.

De todos es sabido que no es lo mismo un honorario que una comisión. Etimológicamente el honorario honra al que lo percibe y suele ser un profesional liberal, mientras que a un comisionista no se le otorga siempre la mejor reputación. De todos es sufrido que los bancos cobran comisiones de todo tipo (pequeñas, medianas, diáfanas, abstrusas y hasta de Alí Babá), pero... ¿Qué pasaría si las comisiones de banca se cobrasen en forma de honorarios o porcentaje fijo sobre el total de activos de cada cliente independientemente de los productos y servicios que se utilicen?

Reflexionemos. Reflexionemos otra vez. Se plantean cuestiones interesantísimas, ¿verdad? Por ejemplo la cuantificación de este all-in-one fee podría ser tan simple como aplicar el resultado medio de la cuenta de explotación actual de los clientes del banco en forma de porcentaje sobre euro aportado por el ahorrador/inversor. Es decir, por cada euro que el cliente deposite en la entidad, ésta le deduce su comisión única de forma anual, semestral, trimestral o como le dé la gana. Evidentemente los créditos e hipotecas tendrían que generar el coste del propio dinero aparte, con el diferencial que la entidad financiera quiera añadir, ya que no sería justo que pagara lo mismo un cliente que genera una activo que uno que genera un pasivo para el banco (o sí). Pero a partir de ahí, café para todos.

Éste es sólo un ejercicio lúdico y espero que genere comentarios por vuestra parte, que estoy seguro de que serán muy interesantes y reveladores. Algunos pensaréis que no es justo que un simple ahorrador pague en la misma proporción que un inversor más activo que va a utilizar un sinfín de productos y herramientas financieras. A priori puede verse así, pero analicémoslo un poco más: ¿Qué le ocurre a un ahorrador que ni quiere ni sabe invertir su dinero más allá de verlo reflejado en su libreta de ahorro? Que es pasto de los gestores que amablemente les inducen a invertir su dinero en productos financieros ininteligibles para cualquier miembro de su familia. Este acoso es constante, implacable, despiadado. El dinero parado en una simple libreta de ahorro o en un depósito a plazo se considera una negligencia por parte del trabajador de la banca de turno que roza la falta grave. Este mal llamado gestor necesita vender productos financieros que mejoren la cuenta de explotación de sus clientes si no quiere perder su puesto. Además lo debe hacer en modo superlativo si aspira a progresar en la entidad y cambiar la atención al público por un puesto de mayor nivel, es decir pasar de soldado raso a chusquero. Personalmente he conocido a algunos gestores de banca honestos y vocacionales que intentan hacer el menor daño colateral posible a la vez que cumplen mínimamente con sus obligaciones comerciales, pero todos ellos se sienten incómodos con la labor que realizan y anhelan poder algún día poder asesorar de forma independiente sin el acoso comercial al que se sienten sometidos por sus superiores. Obviamente sólo una afortunada minoría lo conseguirá. El resto seguirán con la premisa grabada a sangre y fuego: Vender o morir.

Algunos me diréis que esta presión comercial es común a la mayoría de trabajos que podamos realizar, y es cierto. Pero a mi entender es infinitamente más grave vender inapropiadamente un producto de inversión financiera que, por ejemplo, una colección de DVDs que no necesitamos. Éticamente no hay punto de comparación, la transcendencia y peligrosidad de la negligencia cuando se trata de nuestro patrimonio es vital no sólo para nosotros sino también para nuestros hijos. Con las cosas de comer no se juega.

En un entorno en que un gestor de banca generase exactamente el mismo beneficio para su empresa, fuese cual fuese el movimiento de activos o la tipología de inversión de sus clientes, el asesoramiento se realizaría de manera infinitamente más adecuada y adaptada a las necesidades e intenciones de los inversores/ahorradores. Incluso su relación personal con ellos mejoraría sustancialmente si en lugar de venderles, simplemente les diera servicio. Un servicio que valdría un porcentaje fijo de todo el dinero que los clientes tienen depositado en su entidad. La competencia profesional de los gestores y de los propios bancos haría el resto, y además el control de estos honorarios por parte de un organismo competente sería muchísimo más simple y eficaz.

Este escenario resultaría mucho más higiénico y conveniente que el actual. Muchos de vosotros pensaréis que es inviable o utópico, quizás lo sea. Pero al fin y al cabo es la manera que tiene de ganarse la vida un family office que se precie de serlo, y que por lo tanto no disponga de productos financieros propios. Obviamente el banco debería seguir creando productos propios, pero sin embucharlos directamente al hígado del cliente poco experto en finanzas, o sea la gran mayoría.

Poco va a mejorar el panorama actual con el MiFID, tal y como adelantan Consumerista y Echevarri en sus interesantes artículos. Como bien dice Echevarri: "...acaba protegiendo de los clientes a las Entidades Financieras". Se seguirán perpetrando poco más o menos las mismas carnicerías que vemos a diario, puesto que lamentablemente el beneficio bancario depende en buena parte de ello.

En fin, sólo pretendemos lanzar esta reflexión al aire para que vosotros nos comentéis vuestra opinión al respecto. Siempre es sano realizar el ejercicio mental de cuestionarnos métodos que no tienen por que ser inamovibles. El progreso siempre dependió de ello.

martes, 20 de noviembre de 2007

Northern Rock y la incompetencia de la Comisión Europea.

Las inyecciones de 25.000 millones de libras realizadas por parte del Bank of England (Banco Central del Reino Unido) al popularizado Northern Rock han sido y son motivo de discordia entre la clase política y financiera de Gran Bretaña y también de la UE. Los fondos prestados para garantizar la solvencia del banco ante la fuga de fondos hacia otras entidades están garantizados por el Ministerio de Economía. No podía ser de otra manera, o se garantizaba la solvencia o el efecto domino podría haber puesto en serios apuros a todo el sistema bancario británico y por extensión también el europeo. Las consecuencias de esto serían incalculables y la banca norteamericana y del resto del mundo no se encuentra en su mejor momento cardíaco que digamos. Por consiguiente, la actuación de la FSA, del Bank of England o del Ministerio de Economía fue impecable y consiguió contener perfectamente una crisis que se resolverá completamente cuando el scavenger de turno haga su trabajo y se aproveche de esta situación beneficiándonos a todos. Por el momento los buitres que sobrevuelan el cuerpo agonizante de Northern Rock son Olivant, Cerberus o el mismo Virgin entre otros. Os recomiendo este excelente artículo de Enrique Gallego, que conoce como pocos la situación de este banco. Aunque probablemente al final aparecerá en escena un carroñero aún más potente y profesional que reciclará la presa con el beneplácito del ministro de economía (Darling) y devolverá su cheque al prestamista forzoso para la tranquilidad de todos. Ante una crisis como la de este banco o cualquier otro, y me atrevería a decir que en general:

Es infinitamente más sano un préstamo que una subvención, pero aún lo es mucho más una inversión.
Pero lo realmente escandaloso es que la Comisión Europea se proponga boicotear esta feliz operación de salvamento iniciada por el Banco de Inglaterra que ha evitado una crisis de confianza con posibles consecuencias globales. Los funcionarios (hay quien los llama políticos o pseudo-burócratas) de dicha Comisión amenazan con estudiar dichos préstamos para velar por la integridad de la libre competencia. Los fondos prestados por el Bank of England están garantizados por el Ministerio de Economía británico y por lo tanto se podrían considerar por esos funcionarios como una ayuda estatal intolerable. Alucinante.

No debería caber en mente racional alguna, aunque se trate de funcionarios, políticos o burócratas, que la competencia de Northern Rock se sienta discriminada por las inyecciones de dinero recibidas para apagar el fuego de la crisis de confianza bancaria. Pero la incapacidad de la Comisión Europea para comprender el escenario crediticio mundial se hace evidente con las amenazas de abrir una investigación por su parte. Señores funcionarios, ningún banco británico ni por supuesto del mundo se ha visto discriminado por el "trato de favor" recibido por Northern Rock con las inyecciones de su banco central. Todo lo contrario, si estas inyecciones no se hubieran producido, el problema se habría propagado como un reguero de pólvora. La detonación podría haber alcanzado al BCE, la FED y por supuesto a los bolsillos de la mismísima Comisión Europea. La terrible onda expansiva potencial fue ejemplarmente abortada de inicio con la garantía de los fondos del Ministerio de Economía británico. El proceso se perfeccionará próximamente con la adquisición de los restos del banco por parte del carroñero de turno, completando así el ciclo de la cadena alimentaria financiera mundial.

Son leyes básicas del mercado financiero y empresarial global, pero parecen amenazas a la integridad de la libre competencia a los ojos de pseudo-burócratas europeos a los que habría que impartir algunos cursos básicos de sentido común, responsabilidad de sus cargos y percepción de la realidad.

Pura incompetencia, aunque se disfrace como exceso de celo.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

El antibiótico para la sepsis de crédito.

Casi todos hemos sufrido alguna vez alguna infección que ha precisado de tratamiento antibiótico para superarla. Estos medicamentos en su formato de píldoras, se suelen recetar con dosis variables para tomar una o más pastillas por día durante un tratamiento que, a menudo, se debe mantener al menos una semana. Los síntomas de la enfermedad (fiebre, decaimiento, malestar, etc.) no desaparecen después de la primera píldora, sino que suelen hacerlo pasados unos días y después de haber ingerido varias dosis de antibiótico. De la misma manera, una vez desaparecidos los síntomas debemos continuar con nuestro tratamiento hasta finalizarlo por completo, o de lo contrario podríamos recaer.

Extrapolando esta dinámica a la crisis crediticia actual, realizaremos algunas reflexiones interesantes: Digamos que la infección es la crisis hipotecaria que afecta al crédito de casi todo nuestro sistema financiero. La fiebre y los síntomas se hacen evidentes bien sea en la cotización en bolsa de dicho sector, el incremento súbito de los índices de impago de deudas de todo tipo, en las inyecciones de liquidez necesarias habidas por parte de los bancos centrales mundiales, etc. Además esta infección no está localizada en nuestras amígdalas como cabría esperar sino que el núcleo infeccioso está misteriosa y peligrosamente extendido como ya explicamos en ¿Dónde está Wally?. Estamos pues ante una sepsis de crédito en toda regla. Pero ahí no acaba nuestro cuadro clínico patológico: Esta infección nos ha afectado en plena bajada de defensas o también llamada crisis energética con un barril de petróleo a 100 $ y subiendo; el aumento del euribor nos produce ahogo y angustia, a la vez que una depresión inmobiliaria local nos está quitando las ganas de todo. De la jihad globalizada mejor no hablamos, no vaya a ser que nuestra hipocondria resulte tener mayor fundamento (o fundamentalismo).

Ante un cuadro clínico como el que hemos definido, y refiriéndonos siempre al inversor o paciente de perfil medio, el tratamiento más acertado y útil es reposo para conservar nuestras débiles energías, antitérmicos para bajar la fiebre y por supuesto un tratamiento antibiótico que se debe seguir rigurosamente si queremos curarnos sin recaídas ni complicaciones. Es más, yo diría que es el único tratamiento posible.

El reposo, aunque no sea absoluto, lo aplicaríamos a nuestras inversiones en RV ya que no estamos en nuestro mejor momento para hacer frente al estresante mercado actual. Quizás dentro de unos días, cuando la fiebre baje y nuestro estado general sea más presentable, será el momento de volver con fuerza a nuestras inversiones variables. Pero en nuestro estado actual, tranquilidad y sólo muy buenos alimentos. La carroña sólo está al alcance de los scavengers con pedigree.

Los antitérmicos, en sus diversos formatos, como las ventas inmobiliarias nos ayudarán a rebajar grados de temperatura a nuestro sobredimensionado calenturón hipotecario. Las inversiones en RF también permitirán rebajar nuestra fiebre bursátil. Si además mantenemos nuestros ingresos cobrando puntualmente la baja, evitaremos escalofríos y tiritones. En definitiva remedios que no van a curar la infección global pero que nos ayudarán a sentirnos menos enfermos.

Y llegamos al quid de la cuestión: El antibiótico. ¿Existe algún medicamento efectivo para curar la sepsis originada por la crisis hipotecaria norteamericana? Según nuestra modesta formación económico-sanitaria este antibiótico se llama balance con pérdidas. Los bancos de inversión y la banca en general han comenzado hace unas semanas (algunos incluso más) a reconocer públicamente pérdidas masivas procedentes de la deuda colateral. Es decir los defaults en las titulizaciones que los financos construyeron con pies de barro, y las clasificadoras bendijeron irreverentemente. Sólo mediante las publicaciones trimestrales de pérdidas, reconocidas y asentadas en sus correspondientes balances se pueden asimilar, depurar, contabilizar, realizar y en definitiva digerir los millardos de dólares y euros perdidos en titulizaciones calificadas a martillazos con varias A.

Este lento y doloroso proceso de reconocimiento de agujeros y pérdidas que salen del armario para plasmarse en balances contables, son las píldoras de antibiótico que irán curando lenta pero efectivamente la sepsis de crédito que sufre el Sistema Económico mundial. Algunos acompañan la publicación de la nefasta noticia con una vergonzosa dimisión o un pseudo-digno cese fulminante del capo di tutti capi de la entidad. Aunque dudo que a los accionistas y/o afectados por esa falta de respeto al riesgo (no os perdáis ¿Qué pasa con el sector financiero? de JMDV) les consuele en absoluto. Quizás ver colgadas en la Plaza Mayor a las clasificadoras de riesgo sería bastante más gratificante, pero me temo que no hay compensación posible.

Hoy en día ya tenemos un diagnóstico claro (algo que no teníamos a principios del verano) y hemos comenzado a tomar la primera píldora de un tratamiento antibiótico que puede durar dos ejercicios contables enteritos. Con las primeras dosis todavía no sentiremos ninguna mejoría de los síntomas, quizás eso tarde en llegar algún tiempo. Pero la publicación de resultados está comenzando a eliminar bacterias y microbios, y esta eliminación se hará más patente y potente al finalizar los respectivos ejercicios contables de las entidades afectadas. Será entonces cuando los sellos y firmas de las empresas auditoras que hagan honor a su nombre certificarán la veracidad (sic) de dichas pérdidas. Algunas entidades no aguantarán este reconocimiento público y contable. Pero la evolución natural seguirá su curso y entonces entrarán en escena los carroñeros con pedigree que se encargarán de absorber asépticamente los restos humanos y financieros que no hayan superado la prueba del algodón contable.

Nuestra convalecencia será larga, pero parece claro que saldremos de ésta. Eso sí, debemos realizar el tratamiento hasta el final y depurar todas las pérdidas en balances auditados. Y eso quizás no será posible hasta poner un par de sellos auditores anuales a las cuentas, ya que después de cerrar el presente seguirán estallando y estallando deudas colaterales en las manos de las entidades más solventes del planeta. De momento, rigor en la medicación, reposo y cuidado con la fiebre.

Éste está siendo un grave achuchón, sin duda. En el camino dejaremos buena parte de nuestra salud física, mental y dinero, mucho dinero. Maldita selección natural...o no.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Business Plan - Life Plan

Todos sabemos lo indispensable que es un Business Plan en el momento de plantearse un nuevo proyecto; nadie duda de su necesidad, nadie evita hacerlo o tenerlo dada su alta concentración de información y su esclarecedora óptica de visión de conjunto.

Sin ir mas lejos, hasta los bancos nos lo piden en caso de que nuestro proyecto precise de financiación externa y lo analizan hasta la saciedad buscando todos sus posibles defectos i/o resquicios para al final, en caso de no encontrar ninguno, pedirnos un aval o garantías colaterales.

En un Business Plan, lo estudiamos todo, intentamos preverlo todo, hasta el mas mínimo detalle: el modelo de idea, el entorno de ubicación, la competencia local y global, los costos, márgenes y beneficios, puntos de ruptura, fluctuaciones y puntas de tesorería, impuestos, maniobras de respuesta, costes sociales, ilusiones, dedicación etc, etc.

Intentar arrancar un nuevo proyecto sin un Business Plan parecería casi suicidario hoy en día, nadie se atreve a hacerlo.


Nadie en su sano juicio se atreve a lanzarse a una aventura empresarial sin antes analizar los factores de mercado, la coyuntura económica,.... en definitiva sin un Business Plan.

Nadie?

Vamos a darle un giro y a mirarlo desde otro ángulo.

Acaso no constituye la vida un conjunto de nuevos proyectos?, no son los recién nacidos un proyecto interesante que afecta sin duda alguna a nuestra economía?, es un matrimonio una fusión o un joint-venture?, tenemos margen de tesorería suficiente para afrontar una enfermedad?, es el entorno de ubicación familiar el adecuado?, podríamos soportar el costo social de una separación? es la jubilación el punto de ruptura de nuestra vida?

Por qué en la mayoría de casos todos analizamos hasta el mas mínimo detalle el Business Plan de un nuevo negocio? y en cambio, casi siempre, los nuevos proyectos familiares y personales se realizan sin su “Business Plan”? Nacemos, crecemos, nos casamos, tenemos hijos, los educamos, nos divorciamos, nos jubilamos y finalmente nos morimos sin el análisis adecuado.

La respuesta es que somos seres humanos, que tenemos sentimientos y empujados por ellos hacemos este tipo de locuras insensatas; el Amor, las Pasiones, la Emociones son factores que no inciden en el desarrollo de un negocio y si inciden en las relaciones humanas.

No actuar de acuerdo con nuestras emociones nos convertiría en máquinas o en androides con I.A., pero probablemente cometeríamos muchos menos errores referentes a nuestra vida ya que nuestro cerebro cibernético analizaría cada una de nuestras acciones hasta encontrar la adecuada.

Del mismo modo que nuestra razón nos indica que el extremo cibernético puede parecer exagerado, el otro extremo, el puramente pasional debería ser igualmente poco razonable.

Como casi siempre, un punto intermedio parecería ser la solución adecuada.

Por qué no realizar un Life Plan?

Una vida debidamente estructurada, nos permite diseñar un Plan Global de la Riqueza (P.G.R.). Cuando diseñamos el P.G.R., debido a nuestras experiencias y a nuestro Know How (del cual nos sentimos muy orgullosos), adaptamos términos empresariales a la vida, como por ejemplo el balance vital.

Si definimos el valor real y el potencial de una empresa a través de su balance, también ha de ser válido para una familia realizar un balance, con su activo y su pasivo, para conocer sus posibilidades reales.

El balance vital inicial de una familia antes de pasar por nuestro filtro acostumbra a descuadrar, pero después de una reestructuración de sus activos (incluyendo factores que van mucho mas allá de los puramente contables), y una buena planificación de su pasivo (incluso después de incluir la lista de deseos - Wish list) permite cuadrar su balance vital, pero sobre todo permite aportar la felicidad deseada a la familia.