Pues eso, que Carola se va a enfadar cuando vea que os cuento lo que me dijo el otro día a través del correo electrónico, pero es que si no lo digo reviento porque estas cosas me ponen furioso.
Hace ya muuuucho tiempo que Carola y yo tenemos acaloradas conversaciones sobre el mundo de la banca, las entidades, etc. Siempre la he animado para que salga del lado oscuro y a veces cuando creo que ve la luz se vuelve a cerrar como una ostra. En el fondo le da miedo, yo le entiendo, después de muchos años en una entidad acabas creyendo todo lo que te dicen desde dentro y cuando alguien desde fuera te hace dudar se te tambalea todo.
Os quiero explicar que Carola es una mujer muy inteligente y atractiva, que es una asesora de Banca Privada de una entidad española en Barcelona. La conocí una de esas mañanas soleadas de Barcelona en uno de esos edificios altísimos de cristal a través de los que se puede saborear con la vista la Barcelona de azoteas y cúpulas con el azul/verde del mar al fondo.
Asistíamos ambos a una de esas presentaciones de un nuevo aterrizaje de una gestora de fondos extranjera en el mercado español. Llegué, como siempre, justito de tiempo y tuve que sentarme en la única silla vacía, lógicamente en la primera fila, siempre la última fila que se llena es la primera. Suele haber en esta primera fila unas cuantas sillas reservadas para los organizadores y el resto se quedan siempre vacías esperando a los rezagados como yo…o como Carola. Aún no había reparado en ella cuando empezó a hablar el moderador haciendo las presentaciones, fue entonces cuando me giré..
…, me quedé con la boca abierta al tiempo que le decía:
“Justito…siempre llego justito de tiempo..”
Ella me sonrió:
“..si, yo también acabo de llegar..”
Fue totalmente en mi imaginación pero yo vi como su oscura melena se mecía al viento dentro de la sala de presentaciones y como sus ojos verdes se posaban en los míos solo un instante para después dirigirse al moderador que seguía con las presentaciones de los ponentes. Su traje chaqueta de exquisito corte no ocultaba una bonita y esbelta figura.
Yo ya no atiné con la presentación de la nueva gestora extranjera de fondos en el mercado español y la proximidad de las dos sillas me producía la sensación de que se había estropeado el aire acondicionado del edificio. Menos mal que contaba con la ventaja de que la gestora extranjera ya era conocida por mi y mis colegas pues había sido ya objeto de análisis en nuestro Family Office y solo teníamos el interés en saber si había alguna novedad que pudiera ser del interés de alguno de nuestros Clientes, así que si al volver al despacho en mi explicación de la presentación se me escapaba algo de una melena al viento mis colegas no me echarían a los leones.
Desde aquel día Carola y yo hicimos buenas migas. En el cóctel de cortesía posterior a la presentación yo me había quedado en una silla haciendo los deberes, mirando todo el material que nos habían repartido, haciendo anotaciones y Carola se acercó. Se rió deliciosamente cuando le expliqué mis problemas con el aire acondicionado del edificio y mis lagunas de atención en la presentación, ella me prestó sus anotaciones y me acompañó a aclarar algunas cosas con los ponentes.
Y así hasta hoy. Cuando hemos quedado para tomar un café o hemos coincidido en algún evento profesional siempre hemos acabado igual, ella siempre defendiendo la postura de su entidad y yo sin conseguir hacerla salir del lado oscuro.
Por eso que se va a enfadar cuando lea el blog porque se que nos sigue, además un día le invité a las oficinas de nuestro Family Office para que las conociera y conociera a los profesionales con los que trabajo y sé positivamente que se quedó muy impactada porque después fuimos a tomar un café en la esquina y estuvo muy callada.
Así que después de explicaros todos estos antecedentes os transcribo una parte del significativo mensaje que me envío Carola hará ahora casi un mes:
“Hola Sherpa, como os va por el Family Office con la crisis? Yo me paso todo el día yéndome a tomar un café o a hacer gestiones absurdas cuando veo entrar a un cliente por la puerta del banco..."
No te enfades Carola, lo dejo ahí.