Me parece que la publicación como posts de comentarios a algunos de nuestros artículos, se puede producir con cierta periodicidad dado su alto nivel. La prueba es que cada vez recibimos más y mejores comentarios, bien redactados y con una calidad de contenidos que me resisto a publicarlos simplemente a colación de un artículo. Al fin y al cabo esa debe ser la esencia de un blog. Así pues, vamos a hacer otro copy/paste de un comentario, también anónimo, al artículo Boquerones Fritos, que según nuestro criterio merece un espacio como post. A pesar de que no tenga el mismo origen ni opinión, y ya que esta vez el autor no le ha puesto título, vamos a ponerle el mismo que el primer comentario que publicamos: Boquerones Fritos (II). Que lo disfrutéis tanto como yo lo he hecho:
"Muy bueno el post de este keynesiano desconocido, aunque coincido también en muchas cosas con dalamar. Y, por otra parte, me deja conmovido el participante anónimo que ha quedado en paro, como representante de millones de personas en las que hay verdaderamente que pensar desde que nos levantamos cada día. Estamos en un momento de conmoción y hay que salir como sea. No podemos dejar hundir al sistema financiero, mal que nos pese, y tampoco podemos andar peleándonos con recetas dogmáticas, ya sean keynesianas o de Hayek. La economía se rige más por la teoría del caos que por las matemáticas clásicas; no es previsible tan fácilmente como muchos se creen. Si no, ¿por qué fallaron primero keynesianos, que después de tres décadas de éxito no pudieron luchar contra la inflación? (la famosa estanflación). Y luego, ojo, después de dos décadas de éxitos neoliberales, de aquéllos que se presentaron como salvadores eternos contra la estanflación ¿cómo es que ahora se ven ellos en otra estanflación más catastrófica que la primera y mezclada con una feroz debacle financiera? Y aquí no acaba la cosa. Ya lo he puesto en algunos post a otros artículos. Lo grave de la situación económica no es la actual crisis, que más bien parece enviada por alguien que dice: les voy a parar la economía por última vez para que piensen; les doy la última oportunidad de que razonen que el dinero no es la auténtica riqueza, sino una convención humana que se crea y se destruye (los conglomerados que Family Office nos explica tan estupendamente, mediante los que se crea el dinero). La riqueza verdadera son los bienes naturales, la energía, las materias primas, las especies vivas, el clima de La Tierra, de las que parte toda economía, y que si desaparecen, nos harán desaparecer a todos. Somos 6.600 millones de habitantes en crecimiento exponencial y vamos a más velocidad que la naturaleza, así que es la propia naturaleza la que nos va a parar en seco en una o dos décadas y ya no habrá solución económica ni financiera. Pongamos ahora, sí, medidas keyesianas que reactiven los sectores productivos, pero no simplemente en obras públicas, que tampoco es que le fueran tan bien a Roosevelt con su New Deal (tristemente, le fueron mejor a Hitler, con su ministro Schacht: sus obras públicas y sus armamentos dieron trabajo a 6 millones de parados, pero sólo para luego matar a media Europa), sino que reactivemos el sector de la energía que nos prevendrá de crisis inflacionistas petrolíferas y nos dará independencia energética. El petróleo va en declive y encima calienta peligrosamente el planeta; invirtamos en placas solares (fabricarlas, instalarlas, mantenerlas), en aerogeneradores, en el hidrógeno, en aprovechar la energía del mar, etc., etc. y ayudemos a crear negocios y empleo en estos sectores. Ampliémoslos a la gestión de residuos, las depuradoras verdes, las desaladoras de energía alternativa, y a crear servicios, más que productos, que se comen los recursos naturales. Y pensemos también en el resto del mundo que está pugnando con todo derecho llegar a tener nuestro bienestar, ayudémosles a que entren en la senda viable y no en la nuestra, que ya sabemos que no funciona a largo plazo y que acelerará nuestra autodestrucción. Hagamos todo esto (controlando sí la inflación, el equilibrio ahorro/inversión, el déficit público, huyamos del proteccionismo), pero hagamos todo esto sin dejar pasar más tiempo. No quedan sino un par de décadas y nuestros hijos y nietos ya están aquí rogando que no permitamos llegar a esa gran tribulación. Cuando a Keynes le decían que había que confiar en el largo plazo de los neoliberales, él decía: "a largo plazo todos estamos muertos". "
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