viernes, 24 de octubre de 2008

Los Amos del Universo.

Corría el año 1990, la bolsa de Tokio perdía más de la mitad de su valor y adelantaba la entrada de Japón en recesión.
En nuestro país aún no funcionaba el Ibex ni el mercado continuo.
El Dow Jones luchaba en la cota de los 3.000 puntos en medio del ambiente de la invasión de Kuwait por Irak.
Y a mis manos llegaba una novela de Tom Wolfe escrita en 1987 cuyo título original fue “The Bonfire of Vanities” traducido aquí como “La Hoguera de las Vanidades”. Ese fue el año del crash en el que un “lunes negro” de octubre el Dow caía 508 puntos, un 22,6%.

Me gustó mucho leerla y creo que estaría muy bien hoy recordar algunos fragmentos:

“…….Los Amos del Universo eran unos espeluznantes y rapaces muñecos de plástico.....
…..Tenían aspecto de dioses noruegos que fuesen al mismo tiempo levantadores de pesas, y se llamaban cosas como Dracon, Ahor, Mangelred y Blutong. Incluso dentro del campo de los juguetes de plástico, su vulgaridad era extraordinaria. Pero un día, en un arranque de euforia, después de haber descolgado el teléfono para aceptar un pedido de bonos que habían supuesto para él una comisión de 50.000 dólares, así de sencillo, aquellas palabras habían brotado en su mente. En Wall Street, él y unos pocos más, ¿cuántos?, trescientos, cuatrocientos, quinientos a lo sumo…se habían convertido precisamente en eso, en Amos del Universo. ¡Sin limitación alguna…! Naturalmente, jamás se le había ocurrido a Sherman pronunciar esta frase ante nadie. No era tonto.

(...)

…..Entonces correría el riesgo de llegar tarde al trabajo, cosa que, en Pierce & Pierce, era siempre recibido con ceños fruncidos. Nadie había dicho nada explícitamente, jamás, pero todo el mundo suponía que había que llegar temprano y empezar a ganar dinero cuanto antes…todo el mundo suponía que los empleados de Pierce & Pierce eran Amos del Universo.

(...)

Todos los días, los taxis esperaban en fila en el cruce de la calle Sesenta y nueve y la Primera Avenida para llevar a los Amos del Universo hasta Wall Street. De acuerdo con las normas, todos los taxistas tenían el deber de llevarte adondequiera que te dirigieras, pero los taxistas de la cola de ese cruce no aceptaban pasaje a no ser que fuese para ir a Wall Street o sus alrededores. Desde la parada avanzaban un par de manzanas hacia el este y luego descendían junto al East River por una gran avenida, la FDR, Frank Delano Roosvelt Drive.
Una carrera de diez dólares cada mañana, pero ¿qué era eso para un Amo del Universo? El padre de Sherman siempre había ido a Wall Street en metro, incluso cuando era el primer ejecutivo de Dunning Sponget & Leach…….


……..Pero para la nueva generación, para la generación joven, la generación de los Amos, la de Sherman, aquellos principios habían dejado de existir. ¡Aislamiento!.... La idea, con su aura de cinismo y engreimiento, le pareció muy au courant a Sherman. Si podías bajar tranquilamente a Wall Street en taxi, ¿Para qué meterte en las trincheras de las guerras urbanas? ….
(...)

Solo en fechas recientes había llegado Sherman a comprender que en 1948, cuando sus padres compraron y restauraron aquella casa, apenas si eran una pareja ligeramente aventurera que se había decidido habérselas con lo que solo era un edificio vetusto, situado en una manzana venida a menos, que habían tenido que medir los costes de la restauración, céntimo a céntimo, y que acabaran sintiéndose orgullosos por haber sido capaces de crear un hogar digno por un precio relativamente modesto. ¡Joder! ¡Si su padre llegaba algún día a averiguar cuanto había pagado Sherman por su apartamento, y como lo había financiado! ¡Seguro que sufriría un ataque al corazón! Dos millones seiscientos mil dólares, de los cuales 1.800.000 eran un préstamo que le costaba, entre devolución e intereses, 21.000 dólares al mes, a parte del millón de dólares que tendría que pagar de golpe dentro de solo dos años…….se mostraría ofendido…ofendido solo de pensar que sus interminablemente y repetidas lecciones en torno al deber, las deudas, la ostentación, y el sentido de la proporción, le habían entrado a su hijo por una oreja, para salir limpiamente por la otra…

(...)

Pierce & Pierce, la importante firma de brokers, ocupaba los pisos cincuenta, cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuenta y tres y cincuenta y cuatro de una torre de cristal…….La sala de compraventa de bonos , que es donde trabajaba Sherman, se encontraba en el piso cincuenta….dominaba una panorámica del puerto, la estatua de la Libertad, Staten Island y las playas de Broklyn y New Jersey….

………un graduado de la promoción de 1979 de Standford estudiaba el papel que tenía en el escritorio, y sostenía al mismo tiempo el auricular de un teléfono. Su pie derecho reposaba sobre un estribo de una caja de limpiabotas, y un negro que atendía al nombre de Felix, un hombre de unos cincuenta –o quizá sesenta- años, permanecía encorvado sobre ese pie, sacándole lustre al zapato con un trapo. Felix se pasaba todo el día yendo de mesa en mesa, sacando brillo a los zapatos de los jóvenes mercaderes de bonos mientras ellos seguían trabajando, a tres dólares el par de zapatos, propina incluida. Casi nunca se cruzaban una sola palabra;….


…..Sherman se sentó ante su teléfono y sus terminales de ordenador. Le envolvían los gritos, los improperios, las muecas y ademanes, todo el jodido jaleo del miedo y la codicia, y lo disfrutó…Era el mejor vendedor de bonos, el número uno, “el principal productor” como se decía en la jerga……..
……Si un graduado no ganaba 250.000 dólares anuales al cabo de cinco años de trabajo allí solo podía ser porque se trataba de un tipo absolutamente estúpido o absolutamente perezoso…….
……A los treinta años se alcanzaba el medio millón anual, y esa era una cifra tope solo para los mediocres. Si a los cuarenta años no habías llegado al millón eras un tímido o un incompetente. ¡Ahora o nunca!

…..Los chicos de Wall Street, simples jovencillos….habían empezado a comprarse apartamentos de tres millones en Park Avenue. (¿Por qué esperar?) Y se compraban en Southampton residencias veraniegas de treinta habitaciones y ciento veinte hectáreas de terreno, edificios construidos en los años veinte y que se depreciaron en los años cincuenta, cuando la gente empezó a pensar que carecían de todo interés, edificios con alas de servicio en estado ruinoso, y a los que sus nuevos propietarios añadían nuevas alas de servicio y otras ampliaciones. (¿Por qué no? Tenían mucho servicio.) Se estaban haciendo llevar, en enormes camiones, tiovivos que instalaban en los grandes jardines verdes para la fiesta de cumpleaños de sus hijos y también otras atracciones de feria con todo el personal que las atendía (una pequeña y próspera industria).

¿Y de donde procedían todas esas ingentes cantidades de dinero nuevo?.....los Estados Unidos empezaron a imprimir miles de millones de billetes para financiar la guerra del Vietnam……se había desatado una inflación a escala mundial…..de repente, los árabes subieron los precios del petróleo a comienzos de los setenta. Repentinamente se dispararon los mercados: los del oro, la plata, el cobre, las divisas, los certificados bancarios, los pagarés empresariales, e incluso los bonos. Durante decenios, el negocio de los bonos había sido el gigante decrépito y enfermo de Wall Street….El departamento de Pierce & Pierce….formado por …..personas más bien sosas….Los Pelmazos de los Bonos…..Repentinamente Los Pelmazos de los Bonos estaban ganando tantísimo dinero que se habían acostumbrado a congregarse a la salida del trabajo, en el Harry’s Bar de Hanover Square para contarse mutuamente sus anécdotas bélicas….y sobre todo para asegurarse los unos a los otros…..del enorme talento que todos ellos tenían.
¡Amos del Universo! El estruendo llenaba el alma de Sherman….Lo que él estaba haciendo en realidad era mover la palanca que hacía girar el mundo..”

Desde la perspectiva actual, aún es más escandalosa y excesiva la manera de vivir en Wall Street que nos muestra el autor, porque aquellos excesos iniciados a mediados de los ochenta no solo se han mantenido en el tiempo, si no que se han acentuado de tal forma que nos han abocado a la situación que padecemos en estos momentos. Todos estos excesos han acabado con el capitalismo tal como lo conocemos hoy. La riqueza alejada de la productividad y próxima al mundo expeculativo nos ha acabado explotando en la cara.

Una buena idea releer esta novela.

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