El pasado Viernes Santo 21 de marzo, festivo y por tanto sin actividad en los mercados americanos y europeos, llega la noticia de Standard & Poor's: Apunte de posible rebaja en la calificación de Morgan Stanley, mantenimiento del outlook negativo a Merrill Lynch y rebaja de estable a negativo del outlook de Goldman Sachs y Lehman Brothers... Impresionante.
Deberían avergonzarse de rebajar las calificaciones de riesgo de los bancos de inversión americanos cuando es una obviedad y el clamor popular ya lo ha sufrido días, semanas o incluso meses antes. Sus downgrades a toro pasado dejan en evidencia su incompetencia o mala fe cuando omitieron advertir al mercado del incremento real del riesgo. No olvidemos que ese es precisamente su oficio, son profesionales de la calificación del riesgo de las empresas, especialmente de los bancos de inversión. La realidad del mercado es tan cruda que sus esperanzas de que sin recalificaciones políticamente incorrectas, las cosas volvieran a su cauce, se han desvanecido. No han tenido más remedio que quedar en evidencia tarde y mal. Pero su apuesta era clara, cruzaron los dedos para que su complicidad en la incipiente crisis se resolviera en unos meses con una falsa alarma y que las aguas volvieran a su cauce. No sólo su coste "político" habría sido cero, sino que además pueden haber sido cómplices del cohecho mayor y más grave yo diría que de la historia moderna. Y ese presunto cohecho habría tenido lugar tanto si las aguas hubieran vuelto a su cauce como si por el contrario la cruda realidad les deja en evidencia como ha sucedido realmente.
Todos conocemos las artimañas que realizan los trileros para engañar y estafar a incautos y turistas en sus improvisadas mesas de juego callejeras. De vez en cuando permiten que el gancho camuflado entre el público acierte en el juego y se cobre pretendidamente sustanciosos beneficios. Y eso anima al incauto a apostar porque le da confianza en el sistema de juego y cobro de apuestas. Sin embargo estas recalificaciones indecentes a toro pasado de S&P ni siquiera llegan a la categoría de pantomima para dar credibilidad a sus calificaciones, puesto que son los últimos en aceptar públicamente el aumento de riesgo en los bancos de inversión americanos. Han movido ficha por vergonzosa obligación, ni siquiera por decoro profesional.
"Standard & Poor's is the world's foremost provider of independent credit ratings, indices, risk evaluation, investment research and data. We supply investors with the independent benchmarks they need to feel more confident about their investment and finandial decisions."No obstante, las calificadoras de riesgo no han sido las únicas responsables de la actual crisis de crédito como ya comentamos allá por el mes de agosto del 2007 en El Síndrome Ponzi y la actual crisis, pero sin duda sí son unas de las principales protagonistas de este drama. Y estos burdos movimientos trileros a toro pasado no hacen más que dejarlos en despreciable evidencia.
Standard & Poor's.
Pero es que además del falso control del riesgo ejercido por estas calificadoras, también entidades de la talla de Société Générale o Credit Suisse se sacan de la manga corruptos y/o incompetentes empleados que realizan operaciones opacas o valoran erróneamente activos bancarios, respectivamente. En este último caso de CS, dicha "valoración incorrecta" les ha obligado a revisar sus resultados del último trimestre e incluso a modificar el ejercicio cerrado ya del 2007 y por supuesto lo que llevamos del presente 2008. El mercado financiero me recuerda cada vez más al camarote de los Hermanos Marx: Más madera, es la guerra...y también dos huevos duros, aunque de la visión de Groucho del crack del 29 ya trataremos en un próximo artículo.
Pero no todo es desvanecimiento del suelo bajo nuestros pies: Las escaramuzas entre carroñeros para alimentarse de los restos del cadáver de Bear Stearns (os recomiendo leer las FAQs para shareholders de su web, no tienen desperdicio) son el mejor indicador de la luz al final del túnel. La rabieta de Joseph Lewis a quien le han soplado 1.200 millones de $ perdiendo 98 $ por acción, y los movimientos de Deutsche Bank para pujar por Bear son los mejores garantes de la solvencia del sistema. Mucho más que los profesionales de la calificación de riesgos que merecerían un escarmiento ejemplar.
Habrá que empezar a buscar otros indicadores de riesgos, porque las brújulas de las clásicas calificadoras han perdido el norte y la vergüenza. ¿Dónde está la bolita? Ni lo saben, y lo que es peor, ni les importa.
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