Todavía no queda claro si lo que debía ser un barrido general del mercado, un borrón y cuenta nueva, un volver a empezar o, como dirían los expertos una "sana, fuerte y generalizada corrección de los excesos de los últimos meses", se puede ver interrumpido. Quizás se trate de descensos escalonados y en las próximas semanas se vaya produciendo un barrido algo atípico y sincopado, pero barrido al fin y al cabo.
Pero también es posible que veamos un episodio de demencial volatilidad con corrección a la baja muy limitada. Incluso podríamos ver un falso escenario de limpieza que sustente con pies de barro un nuevo y espectacular rally alcista de los mercados mundiales a corto y medio plazo. En cualquiera de estos dos últimos casos se podría construir temerariamente la base para un nuevo castillo burbujeante con cimientos más que dudosos.
No es que deseemos un crack fulminante que castigue despiadadamente a los inversores, pero si el movimiento de barrido no va más allá de lo visto hasta hoy, nos quedará una extraña sensación. Algo así como un coitus iterruptus. Tal y como advierte el Maestro del riesgo JMDV, Si la confianza no vuelve después del enfriamiento, cuando corresponde el turno a la expansión económica sino que lo hace antes, a medio camino, mal asunto.
Los fundamentales macroeconómicos que se discuten en Davos empiezan a dejar de lado los eufemismos y a llamar a las cosas por su nombre. Y eso contrasta aún más con los rebotes espectaculares de los mercados (sobre todo europeos) que estamos viendo esta semana. Pero en un escenario de confusión como el actual, creemos que el desplome iniciado el pasado lunes negro era una manera de encajar muchas piezas del rompecabezas económico que sufrimos desde hace muchos meses. Al nuevo órden mundial que todavía no comprendemos y que por eso nos parece caótico, le convendría partir de un escenario bursátil sin gas, como el TriNa. Las burbujas las tolera muy mal un mundo aerofágico con petróleo a 100 $ y terrorismo atómico integrista, entre otros muchos males recientes.
Por eso lo que a priori se podría ver como positivo, es decir evitar una mayor caída de los mercados y minimizar lo que comenzó siendo la tormenta perfecta, nos deja una extraña sensación de desasosiego. Aunque parezca propio de un personaje de novela de Sacher-Masoch, este frenazo en las caídas nos deja la desagradable sensación de coitus interuptus. Sé que los afectados por las caídas recientes de las bolsas, es decir casi todos los mortales de occidente, pueden no comprender estos argumentos e incluso ofenderse. Pero no es una burla por la desgracia ajena en absoluto, yo mismo sufro los efectos de las caídas de la renta variable china o norteamericana, por ejemplo. Además a casi todos nuestros Clientes les ha repercutido negativamente en mayor o menor medida. No es eso. Es que la profundidad de este mal llamado crack no parece suficiente, y el timing de sus rebotes tampoco está permitiendo un saneamiento prudente.
Como siempre, el tiempo dará y quitará razón. Quizás finalmente veamos una profundización de las caídas, o tal vez estemos ante una plataforma sobre la que se consolidarán nuevos rallys que el tiempo certificará como sólidos. Pero nuestro sentimiento, ni siquiera le llamaría opinión, es que deberíamos sufrir más para purgar suficientemente los excesos lujuriosos de nuestro pasado reciente.
"Quien bien te quiere te hará llorar." Jamás hubiera pensado que se pudiera aplicar a la bolsa.
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