El queso se lo llevaron hace tiempo. El convulso mundo actual mueve constantemente nuestro queso y nos hemos acostumbrado a la proactividad, a la creación de nuestra buena suerte, en definitiva a mejorar nuestra manera de luchar por una vida que nadie nos suele regalar más allá de nuestra concepción, gestación e infancia. La preparación que para algunos todavía sería un upgrade inalcanzable o el listón anhelado, se ha convertido en nuestros tiempos en un mínimo vital para defendernos en esta selva de consumismo, impuestos, competitividad e infinidad de estímulos peligrosísimos para la integridad y progresión de nuestro patrimonio. Ya nadie goza permanentemente de su queso inamovible y de fácil acceso. Para la mayoría el queso es escurridizo y volátil como nunca. Y todos, al menos los que deseen superar la mediocridad, deben competir en un mundo donde encontramos mileuristas con una formación que envidiaría cualquier acomodado de hace unas décadas. Ésta es una realidad que sólo los aletargados bajo un manto de riqueza heredada y/o menguante o los incompetentes pueden obviar.
Afortunadamente cada día son más los que se acercan al Counselling independiente, que por supuesto dista mucho del asesor o gestor de una entidad financiera. Las grandes fortunas se dejan guiar (que no gestionar) por multi-family offices ad-hoc, ese es nuestro core business. Pero cuando nos planteamos nuestro trabajo/pasión más allá del crecimiento corporativo, cuando nos fijamos más en el camino que en la meta, nos percatamos de que la labor que hacemos para grandes fortunas es adaptable a la mayoría de patrimonios medios. La única diferencia es que el coste aplicable debe ser mucho menor y por lo tanto deja de ser rentable para la mayoría de multi-family offices. ¿Es ese motivo suficiente para desahuciar al pequeño y medio inversor? Sólo si nos fijamos exclusivamente en la rentabilidad de nuestro negocio. Pero es que además, a través de algún pequeño asesoramiento filantrópico o de bajo coste, nos ha llegado la demanda de un cliente mayor que sí satisface nuestras expectativas económicas. Esa es una de las grandezas de disfrutar el camino: Nos lleva directos a la meta sin ni siquiera ser conscientes de ello.
Pero últimamente, hace pocos años o incluso meses, algunas personas se están percatando de que algo está cambiando a peor para muchos. Ya no sólo el queso se mueve, sino que también nuestras brújulas están cambiando de sitio. Parece que entramos en una época donde no sólo serán necesarias todas las virtudes de proactividad y constante mejora de uno mismo, sino que también nos estamos viendo obligados a orientarnos en un escenario político-económico global, para el cual no sirven los métodos de orientación que nos ayudaban a navegar anteriormente. ¿Podríamos decir que es más difícil progresar económicamente hoy que hace unos años? Como Family Office, siguiendo con la proactividad y la creación de buena suerte que ya hemos convertido en rutina, preferimos pensar que hoy en día se abren oportunidades que jamás habíamos conocido. Estamos quizás ante un cisne negro que debemos apreciar en todo su esplendor y rareza, en lugar de lamentar nuestra desgracia.
Antes de lanzarnos en busca del queso nuevo, debemos hoy en día, lanzarnos en busca de nuevas brújulas. Y cuando las alcancemos nos llevarán, no sin esfuerzo, hasta nuevos desconocidos y suculentos quesos perdidos en un apasionante nuevo laberinto. En esencia, este cambio de escenario no es más que un nuevo cambio de ubicación del queso tradicional. Es decir, cuando nos habíamos acostumbrado a encontrar nuevos quesos con esfuerzo y adaptación al cambio, llega otro cambio. Pero esta vez no de la ubicación del queso sino del propio escenario de búsqueda. Ya no nos servirán nuestras viejas zapatillas de deporte y nuestro ánimo para salir en busca de nuevos quesos, sino que debemos ir más allá para seguir progresando. ¿Es más difícil ahora que antes? Sólo el tiempo determinará si nos ha resultado más o menos difícil. Yo diría que es más apasionante, sin duda, por lo tanto lo que debemos hacer es disfrutar como nunca este camino que nos ha tocado vivir.
A través del Counselling filantrópico observamos cómo entre los inversores menores, la búsqueda de la brújula y del queso se hacen especialmente arduas en nuestros días. Los patrimonios menores, los simples ahorradores, no tienen a su alcance inversiones estructuradas y diseñadas para pequeños volumenes. Desde nuestra posición intentamos adecuar estas inversiones a este perfil de Cliente, pero no siempre lo conseguimos. Algunas inversiones interesantes se escapan al pequeño inversor que dispone tan sólo de 25 o 50 mil euros. Por otro lado nadie tiene una bola de cristal para asegurar la ausencia de errores en un escenario de crisis del sistema económico, ni siquiera el tándem Family Office/gran Cliente. Pero no cabe duda de que un buen asesoramiento ayuda a minimizar peligros y a encontrar el camino hacia la brújula que nos permita no sólo volver a encontrar el laberinto del queso, sino también planificar nuestro patrimonio a largo plazo de la mejor manera: Sin descuidar el disfrute del camino, a la vez que lo hacemos crecer.
¿Quién se ha llevado mi brújula? Seguramente será más fácil encontrarla si alguien nos orienta, y una vez lo hayamos hecho, la búsqueda de nuevo queso parecerá un viejo camino conocido.
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